"Un Niño árbol en Oaxaca, la fiesta con la que regresó Dathura y su visión sobre la cultura de la música electrónica".
Cada vez es más común asistir a una fiesta de música electrónica en Oaxaca. Sin duda, el gusto de la gente por este género musical se ha multiplicado en los últimos años. También ha aumentado el número de organizadores de este tipo de eventos, así como productores de música y Dj’s. Sin embargo ¿cuál es la situación de la cultura de la música electrónica en nuestra ciudad? ¿con qué calidad se producen los eventos y la música que se toca en las fiestas? ¿cómo es una fiesta de este tipo? Son muchas las preguntas y las respuestas que hay que hacer. Mientras tanto y para adentrarnos a estos temas, que seguramente en futuros artículos se irán abordando, queremos describir lo vivido en la última fiesta a la que asistimos hace más de una semana cuando en pleno centro de la ciudad floreció un extravagante Niño árbol importado desde Guadalajara hasta nuestras tierras por los chavos de Dathura.
El insólito hecho comenzó a darse aproximadamente a las diez de la noche. Los más puntuales ya se presentaban, sabían de lo que pronto serían parte. Algunos más atraídos por el sonido que salía del Taller Espacio Alternativo también se dieron cita. Al entrar la gente encontró en el primer nivel un lugar donde luces de color verde decoraban las paredes como queriéndolas escalar, mesas y sillas estaban esparcidas por todo el espacio esperando a soportar aquellos cuerpos que esa noche buscaban un poco de baile, en otro extremo una barra, paraíso para quienes deseaban calmar esa sed que generalmente nos afecta los fines de semana.
Al paso de las horas amigos y conocidos se rencontraban, saludos y abrazos se veían cada que una marejada de gente se dejaba venir desde la entrada. Las risas, las pláticas y la música llenaban cada rincón de aquel lugar. La noche avanzaba al ritmo de los tragos que la gente daba a sus primeras chelitas y el ambiente pronto pareció subir de temperatura. En el segundo nivel el warm up a cargo de Salvador Melo calentaba la pista de baile que ya sentía el peso de algunos pasos empujados por el beat del house. Se sembraba en ese momento la semilla de una buena noche que germinaría cerca del final del primer dj set.
Caliente el ambiente, se escuchó la música de un Niño Árbol que brotó pasada la media noche entre gritos y brazos levantados en el aire. Para ese entonces los asistentes se veían ya como un jardín que se movía cadencioso y en sincronía con el sonido del techno que resonaba en los incansables cuerpos danzantes, unos con la gracia de una flor y otros con la rigidez de un tronco, pero todos de alguna u otra manera bailaron hasta formar una escena hipnotizante, así como los delirantes visuales que atrapaban la vista de todo aquel que se atrevía a perderse en el viaje de los colores de las pantallas. Ya en el clímax de la noche Niño árbol presentó el trabajo producido durante 25 días de estancia en San José del Pacífico, y que sin duda sonó como un alucín producto de la vibra mística de aquel lugar ubicado en la sierra oaxaqueña.
Una vez terminado el turno de Niño Árbol fue momento para que Dathura cerrara con un set que mantuvo a ritmo el balanceo de los últimos cuerpos que siguieron bailando hasta no sentir los pies. Así llegaba a su fin esta experiencia realizada por amor a la música electrónica, según Dathura, pues además de tocar también fueron los anfitriones y organizadores del evento, asegurando con esta fiesta que están de regreso después de seis años de estar alejados de la escena electrónica.
La última fiesta organizada por Bárbara Sánchez y Alan Díaz quienes conforman Dathura, fue en el 2011 año en que debido a su gusto por la música e influenciados por el psycho decidieron compartir los players y mezclar música en conjunto. Ambos mencionan que su singular nombre como dúo lo eligieron por ser ése el nombre científico de la flor conocida como Floripondeo, la cual mencionan es muy representativa de Oaxaca y además tiene la fama de ser considerada como una flor usada en tiempos prehispánicos, con el fin de expandir la conciencia de los chamanes mediante los viajes alucinógenos que se aventaban.
Con esto en mente ellos buscan la manera de lograr sus objetivos principales, que son la consolidación como proyecto musical y al mismo tiempo convertirse en una marca que también sea reconocida por la organización de eventos de música electrónica y que se caractericen por su buena calidad, pues tanto para Bárbara como para Alan, Oaxaca merece fiestas dedicadas al género electrónico con una mayor calidad de las que se hacen hoy en día. Para ambos es muy importante que quien organice fiestas de este tipo sea una persona que guste del género, que lo conozca y sepa de los requerimientos necesarios, así como de las situaciones que conlleva hacer una de estas fiestas.
De esta manera, la cultura de la música electrónica podrá expandirse. Bárbara afirma que a los organizadores de eventos todavía les falta gusto, apertura e interés hacia este género, siendo esto una limitante a la hora de producir eventos de calidad. Sin embargo, no es la única limitante que existe, pues otro de los temas al que hay que poner especial atención es la parte logística de toda fiesta y en este punto es importante destacar el tema del lugar donde se tiene pensado hacer un evento, ya que muchos lugares no se prestan para la realización de fiestas de este tipo, además la persona que preste o rente su espacio deberá saber que “habrá loquera”. Por último, tampoco puede quedar fuera el tema de la inversión económica que es otro de los temas a considerar para lograr la buena producción de un evento.
En cuanto a la producción musical en Oaxaca, Alan considera que actualmente el número de gente a la que le gusta la música electrónica es mayor en comparación al que podía verse hace diez años, debido en gran medida a la tendencia que existe hoy en día dentro de la industria musical hacia este género. Lo cual nos lleva pensar que ésta puede ser la misma razón por la que las nuevas generaciones están muy metidas en este rollo de la música electrónica, tanto en la organización de eventos como en la producción musical.
Respecto a esto Bárbara opina que en Oaxaca la producción de música electrónica está incompleta, pues si bien mucha gente tiene la noción técnica del software y el manejo del equipo, la banda carece de conocimiento en cuanto a composición musical. Alan complementa esto opinando que muchas veces también hace falta inversión económica en un buen equipo, pues la parte técnica es esencial, sin embargo no es lo que define la calidad de la producción, ya que también tiene mucho que ver el talento y la dedicación de cada quien. Sin embargo, ambos coinciden en que si Oaxaca quiere mejorar en cuanto a cultura electrónica, lo que le hace falta es unión entre productores y organizadores. -Bárbara menciona- “A veces hay demasiado ego y esto puede ser un factor muy importante por el cual la escena no crece”. Al mismo tiempo, ella considera que esto no se trata únicamente de hacer fiestas para competir y demostrar quien hace la mejor –y menciona- “Alguien hace un evento y otra banda, el mismo día, saca otro evento. Cuando si queremos que Oaxaca crezca es hacer una fiesta donde estén todos”. Y esto es algo con lo que estamos completamente de acuerdo.
Por último Dathura asegura que están de regreso para seguir puliendo su trabajo como agrupación y poner a bailar a la banda. Pero esto no es lo único, también aseguran que habrá más fiestas en lo que resta del año, las cuales irán mejorando con el fin de ofrecer la calidad que los seguidores de la música electrónica merecen. Para lograr esto son conscientes que deberán trabajar y esforzarse todavía más de lo que han hecho hasta ahora, pues es la única manera de lograr su sueño de florecer como marca.
¿Tienes algún comentario?